01 diciembre, 2010

Who Needs Marriage: TIME Asked the Question - Do You Have an Answer?

Un artículo en respuesta a la revista TIME, cuando esta pregunta ¿Quién necesita el matrimonio? escrito por Albert Mohler (En inglés).

"¿Quién necesita el matrimonio? Yo lo necesito, tu lo necesitas. Todos lo necesitamos - y por razones mucho mas fundamentales de las que pueden ser explicadas en términos puramente prácticos"

Sin lugar a dudas, el matrimonio ha sido completamente transformado en el mundo moderno. En naciones occidentales, el concepto de matrimonio como un pacto sagrado ha tenido la idea que el matrimonio es meramente un contrato legal. La limitación de las relaciones sexuales al matrimonio fue el camino a un Revolución Sexual, aun como el ideal de permanencia dio paso a un divorcio sin culpa y a una monogamia en serie.

Puede seguir leyendolo en. Who needs marriage? - christianity.com

16 agosto, 2010

El significado de la cruz

"El significado de la cruz es simplemente el quebrantamiento del hombre exterior. La cruz pone fin al hombre exterior, lo destruye totalmente... Destruye nuestras opiniones, métodos, sabiduría, egocentrismo y todo lo demás. Una vez que esto sucede, el hombre interior puede salir libremente, y el espíritu puede funcionar" . — (Watchman Nee)

Visto en 4 christh

06 agosto, 2010

Pereza según la RAE

PEREZA.
(Del lat. pigritĭa).
1. f. Negligencia, tedio o descuido en las cosas a que estamos obligados.
2. f. Flojedad, descuido o tardanza en las acciones o movimientos.

TEDIO
(Del lat. taedĭum).
1. m. Aburrimiento extremo o estado de ánimo del que soporta algo o a alguien que no le interesa.
2. m. Fuerte rechazo o desagrado que se siente por algo.

Proverbios 21.25 El deseo del perezoso le mata, Porque sus manos no quieren trabajar.
Proverbios 24.10 Si fueres flojo en el día de trabajo Tu fuerza será reducida

28 julio, 2010

LA FIDELIDAD DE DIOS Arthur W. Pink (1886-1952)

Portavoz de la Gracia
Publicado por Chapel Library • 2603 West Wright St. • Pensacola, Florida 32505 USA
Enviando por todo el mundo materiales centrados en Cristo de siglos pasados


LA INFIDELIDAD es uno de los pecados más preponderantes en esta época impía en que vivimos. En el mundo de los negocios, dar la palabra de uno, con muy raras excepciones, ya no es algo en que se puede confiar. En el mundo social, la infidelidad matrimonial abunda por todas partes, los vínculos sagrados del matrimonio se rompen con la misma facilidad que se descarta una vieja prenda de vestir. En el terreno eclesiástico, miles que han prometido solemnemente predicar la verdad no tienen ningún escrúpulo en atacarla y negarla. Ni puede el lector o el escritor declararse completamente inmune a este terrible pecado: ¡De cuántas maneras hemos sido infieles a Cristo y a la luz y los privilegios que Dios nos confió! Qué refrescante, entonces, que bendición indescriptible es levantar nuestra vista de esta escena de ruina, y contemplar a Aquél que es fiel, fiel en todas las cosas, fiel en todas las épocas.

“Conoce, pues, que Jehová tu Dios es Dios, Dios fiel” (Deut. 7:9). Esta cualidad es esencial a su ser, sin ella él no puede ser Dios. Que Dios fuera infiel sería un acto contrario a su naturaleza, lo cual sería imposible: “Si fuéremos infieles, él permanece fiel: no se puede negar a sí mismo” (2 Tim. 2:13). La fidelidad es una de las perfecciones gloriosas de su ser. Él está cubierto de ella; “Oh Jehová, Dios de los ejércitos, ¿Quién como tú? Poderoso eres, Jehová, y tu verdad está en torno de ti” (Sal. 89:8). De la misma manera, cuando Dios se encarnó fue dicho: “Y será la justicia cinto de sus lomos, y la fidelidad ceñidor de sus riñones” (Isa. 11:5).

Qué palabra es la de Salmo 36:5: “Jehová, hasta los cielos es tu misericordia; tu verdad hasta las nubes.” Mucho más allá de toda la comprensión finita se encuentra la fidelidad inmutable de Dios. Todo lo que se refiere a Dios es grande, vasto, incomparable. Él nunca olvida, nunca falla, nunca tambalea, nunca es infiel a su palabra. El Señor se ha ceñido exactamente a cada declaración de promesa o profecía, cumplirá cada pacto o amenaza porque “Dios no es hombre, para que mienta; ni hijo de hombre para que se arrepienta: El dijo, ¿y no hará?; habló, ¿y no lo ejecutará?” (Núm. 23:19). Por lo tanto, el creyente exclama: “Nunca decayeron sus misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad” (Lam. 3:22, 23).

En las Escrituras abundan las ilustraciones de la fidelidad de Dios. Hace más de cuatro mil años dijo: “Todavía serán todos los tiempos de la tierra; la sementera y la siega, y el frío y calor, verano e invierno, y día y noche, no cesarán” (Gén. 8:22). Cada año que llega brinda un nuevo testimonio del cumplimiento de esta promesa por parte de Dios. En Génesis 15 encontramos que Jehová le declaró a Abraham: “Tu simiente será peregrina en tierra no suya, y servirá á los de allí,... Y en la cuarta generación volverán acá” (vv. 13-16). Los siglos pasaron sin pausa. Los descendientes de Abraham se quejaban en medio de los hornos de ladrillos de Egipto. ¿Había olvidado Dios su promesa? Por cierto que no. Lea Éxodo 12:41: “Y pasados cuatrocientos treinta años, en el mismo día salieron todos los ejércitos de Jehová de la tierra de Egipto.” Por medio de Isaías el Señor declaró: “He aquí que la virgen concebirá, y parirá hijo, y llamará su nombre Emmanuel” (7:14). Nuevamente pasaron siglos, pero “Mas
venido el cumplimiento del tiempo, Dios envió su Hijo, hecho de mujer” (Gál. 4:4).

Dios es verdad. Su Palabra de promesa es segura. Dios es fiel en todas sus relaciones con su pueblo. Se puede confiar plenamente en él. Hasta ahora, nadie ha confiado en él en vano. Encontramos esta valiosa verdad expresada casi en todas partes en las Escrituras, porque su pueblo necesita saber que la fidelidad es una parte esencial del carácter divino. Esta es la base de nuestra confianza en él. Pero una cosa es aceptar la fidelidad de Dios como una verdad divina, y muy otra actuar de acuerdo con ella. Dios nos ha dado muchas “preciosas y grandísimas promesas”, pero, ¿realmente esperamos que las cumpla? ¿Estamos realmente esperando que haga por nosotros todo lo que ha dicho? ¿Nos apoyamos en la seguridad implícita de estas palabras: “Fiel es el que
prometió” (Heb. 10:23)?

Hay temporadas en la vida de todos cuando no es fácil, ni siquiera para los cristianos, creer que Dios es fiel. Nuestra fe es puesta muy a prueba, nuestros ojos están llenos de lágrimas, y ya no podemos distinguir la obra de su amor. Nuestros oídos están distraídos con los ruidos del mundo, acosados por los susurros ateísticos de Satanás, y ya no podemos escuchar los dulces acentos de su quieta y apacible voz. Planes anhelados se han desmoronado, amigos en quienes confiábamos nos han fallado, alguno que profesaba ser hermano o hermana en Cristo nos ha traicionado. Estamos estupefactos. Quisimos ser fieles a Dios, y ahora una nube tenebrosa lo esconde de nuestra vista. Nos resulta difícil, sí, hasta imposible por razones carnales, armonizar su providencia severa con sus promesas llenas de su gracia. Ah, alma que flaquea, compañero peregrino que ha sido probado duramente, busque la gracia para atender lo que dice Isaías 50:10: “¿Quién hay entre vosotros que teme a Jehová, y oye la voz de su siervo? El que anda en tinieblas y carece de luz, confíe en el nombre de Jehová, y apóyese en su Dios ”

Cuando se sienta tentado a dudar de la fidelidad de Dios, clame: “Retírate, Satanás.” Aunque no pueda armonizar los tratos misteriosos de Dios con las declaraciones de su amor, espere en él hasta recibir más luz. En el momento propicio se lo hará ver con claridad. “Lo que yo hago, tú no entiendes ahora; mas lo entenderás después” (Juan 13:7). Lo que luego vendrá demostrará que Dios no ha abandonado ni engañado a su hijo. “Empero Jehová esperará para tener piedad de vosotros, y por tanto será ensalzado teniendo de vosotros misericordia; porque Jehová es Dios de juicio: bienaventurados todos los que le esperan” (Isa. 30:18).

“No juzgues al Señor con la debilidad de los sentidos, En cambio, confía en que te hará objeto de su gracia, Detrás de una providencia que frunce el ceño Se esconde un rostro que sonríe. Santos que teméis, armaos de nueva valentía, Los nubarrones que tanto os aterrorizan, Están repletos de misericordias, e irrumpirán Derramando bendiciones sobre vuestras cabezas.” “Tus testimonios, que has recomendado, son rectos y muy fieles” (Sal. 119:138). Dios no sólo nos ha dicho lo mejor, no ha reprimido lo peor. Ha descrito fielmente la ruina que la Caída ha producido. Ha diagnosticado fielmente el terrible estado que el pecado ha producido. Ha dado a conocer fielmente su inveterado odio por el mal, y que debe castigarlo. Nos ha advertido fielmente de que él es “fuego consumidor” (Heb. 12:29). Su Palabra no sólo abunda en ilustraciones de su fidelidad en cumplir sus promesas, sino que también registra numerosos ejemplos de su fidelidad en cumplir sus amenazas. Cada etapa de la historia de Israel es un ejemplo de esta realidad solemne. Así fue que individuos como Faraón, Korah, Achan y muchos otros son prueba de ello. Y lo mismo sucederá con usted, mi lector: a menos que haya huido o huya hacia Cristo en busca de refugio, el Lago de Fuego que arde eternamente será su porción cierta y segura. Dios es fiel.

Dios es fiel en preservar a su pueblo. “Fiel es Dios, por el cual sois llamados a la participación de su Hijo...” (1 Cor. 1:9). En el versículo anterior aparece la promesa de que Dios confirmará a su pueblo hasta el fin. La confianza del Apóstol en la seguridad absoluta del creyente se basaba no en la fuerza de sus resoluciones o en su habilidad de perseverar, sino en la veracidad de Aquél que no puede mentir. Dado que Dios ha prometido a su Hijo un pueblo determinado como su herencia, librarlos del pecado y la condenación, y hacerlos partícipes de la vida eterna en gloria, ciertamente no dejará que ninguno de ellos perezca. Dios es fiel en disciplinar a su pueblo. Es fiel en lo que retiene, tanto como en lo que da. Es fiel en enviar dolor tanto como en dar gozo. La fidelidad de Dios es una verdad que hemos de confesar no sólo cuando vivimos tranquilos sino también cuando estamos sufriendo bajo la más aguda reprensión. Tampoco debe ser esta confesión meramente de nuestros labios, sino también de nuestros corazones. Cuando Dios nos golpea con la vara del castigo, su fidelidad es la mano que la sostiene. Reconocer esto significa que nos humillamos ante él, admitimos que merecemos plenamente su corrección y, en lugar de murmurar, se la agradecemos. Dios nunca aflige sin tener una razón. “Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros” (1 Cor. 11:30), dice Pablo, ilustrando este principio. Cuando su vara cae sobre nosotros, digamos con Daniel: “Tuya es, Señor, la justicia, y nuestra la
confusión de rostro” (9:7).

“Conozco, oh Jehová, que tus juicios son justicia, y que conforme a tu fidelidad me afligiste” (Sal. 119:75). El sufrimiento y la aflicción no sólo coinciden con el amor de Dios prometido en el pacto eterno, sino que son partes del mismo. Dios no sólo es fiel en impedir aflicciones, sino fiel en enviarlas. “Entonces visitaré con vara su rebelión, y con azotes sus iniquidades. Mas no quitaré de él mi misericordia, y ni falsearé mi verdad” (Sal. 89:32, 33). Disciplinar no sólo va de acuerdo con el amor y bondad de Dios, sino que es su efecto y expresión. Tranquilizaría mucho la mente del pueblo de Dios si recordaran que su amor de pacto lo obliga a ejercer sobre ellos una corrección apropiada. Las aflicciones nos son necesarias: “En su angustia madrugarán a mí” (Oseas 5:15).

Dios es fiel en glorificar a su pueblo. “Fiel es el que os ha llamado; el cual también lo hará” (1 Tes. 5:24). La referencia inmediata aquí es al hecho de que los santos serán “guardados... sin reprensión para la venida de nuestro Señor Jesucristo”. Dios no trata con nosotros en base a nuestros méritos (porque no tenemos ninguno), sino para que su nombre sea glorificado. Dios es constante a sí mismo y a su propio propósito de gracia: “A los que llamó... a éstos también glorificó” (Rom. 8:30). Dios brinda una completa demostración de la constancia de su bondad eterna hacia sus elegidos llamándolos eficazmente de las tinieblas a su luz maravillosa, y esto debe darles la plena seguridad de la certidumbre de su continuidad. “El fundamento de Dios está firme” (2 Tim. 2:19). Pablo descansaba sobre la fidelidad de Dios cuando dijo: “Porque yo sé a quién he creído, y estoy cierto que es poderoso para guardar mi depósito ara aquel día” (2 Tim. 1:12).

Apropiarnos de esta bendita verdad nos guardará de las preocupaciones. Estar llenos de cuidados, ver nuestra situación con oscura aprensión, anticipar el mañana con triste ansiedad, es una mal reflejo de la fidelidad de Dios.El que ha cuidado a su hijo a través de los años no lo abandonará en su vejez. El que ha escuchado sus oraciones en el pasado no se negará a suplir su necesidad en la emergencia del presente. Descanse en Job 5:19: “En seis tribulaciones te librará, y en la séptima no te tocará el mal”

Apropiarnos de esta bendita verdad detendrá nuestras murmuraciones. El Señor sabe qué es lo mejor para cada uno de nosotros, y uno de los efectos de descansar en esta verdad será silenciar nuestra quejas petulantes. Honramos grandemente a Dios cuando, pasando por pruebas y disciplinas, tenemos buenos pensamientos de él, vindicamos su sabiduría y justicia, y reconocemos su amor justamente en sus reprimendas.

Apropiarnos de esta bendita verdad engendrará una confianza en Dios que va aumentando. “Y por eso los que son afligidos según la voluntad de Dios, encomiéndenle sus almas, como a fiel Criador, haciendo bien” (1 Ped. 4:19). Cuando confiadamente nos ponemos nosotros mismos y ponemos todos nuestros asuntos en las manos de Dios, plenamente convencidos de su amor y fidelidad, nos sentiremos satisfechos con sus providencias y comprenderemos que “Él hace bien todas las cosas.”
_______________________
A. W. Pink (1886-1952): pastor y maestro itinerante, prolífico autor de Studies in the Scriptures (Estudios en las Escrituras) y muchos libros,
incluyendo el muy conocido The Sovereignty of God (La soberanía de Dios).

Portavoz de la Gracia
Publicado por Chapel Library • 2603 West Wright St. • Pensacola, Florida 32505 USA
Enviando por todo el mundo materiales centrados en Cristo de siglos pasados

15 julio, 2010

El perdón de Dios es perfecto.

Hoy comprobe, que cuando un hombre dice perdonar, estará sobre ti, recordandote o tu error o el perdón que te ha otorgado; pero la Escritura dice: "Si vuestros pecados fueren como la grana como la nieve serán emblanquecidos, si fueren rojos como el carmecí vendrán a ser como blanca lana" Is. 1.18, el perdón de Dios en Cristo es perfecto, "Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me acordaré de tus pecados." Is 43.25. Así que Gracias doy a Dios porque todo obra para bien a los que conforme su propósito son llamados.

03 junio, 2010

Cristiano e Intérprete en conversación con Enjaulado. - John Bunyan

Realmente me dejó, impresionado y con gran convicción.

(Enjaulado está encerrado en una jaula de hierro en un cuarto oscuro).

Cristiano --. ¿Quién eres tú y que haces aquí encerrado?

Enjaulado-- ¡Ah! En otro tiempo hice profesión de fe como cristiano, y me iba bien, prosperaba y florecía a mis propios ojos y a los ojos de los demás, me creía destinado a la Ciudad Celestial, y esta idea me llenaba de gozo. Pero ahora estoy desesperado, porque estoy encerrado en esta jaula de hierro y no puedo salir… ¡Ay de mí!, no puedo salir…

Cristiano-- Pero ¿Cómo has llegado a una situación tan crítica y miserable?

Enjaulado --. Deje de velar y de ser sobrio, di rienda suelta a mis pasiones, peque contra lo que manda la Palabra del Señor, entristecí al Espíritu Santo, y Él se ha retirado de mí; tenté al Diablo, y vino a mí; provoqué la ira de Dios, y el Señor me ha abandonado; mi corazón se ha endurecido de tal manera, que ya no puedo arrepentirme.

Cristiano--. ¿Y no hay ya remedio ni esperanza para ti?¿Tendrás que permanecer encerrado para siempre en esa jaula de desesperación? ¿Acaso el Hijo bendito del Señor no es infinitamente misericordioso?

Enjaulado--. He perdido toda esperanza. He crucificado de nuevo en mí mismo al Hijo de Dios; he aborrecido su persona, he despreciado su justicia, he profanado su sangre, he ultrajado al Espíritu de gracia;¿Qué puedo esperar? Me siento destituido de toda esperanza y no me queda sino la amenaza terrible de un juicio cierto y seguro, y con ello la perspectiva de un fuego abrasador. A este miserable estado me han llevado mis pasiones, los placeres y los intereses mundanos, en cuyo goce me prometí en otro tiempo muchos deleites, pero que ahora me atormentan y me corroen como un gusano de fuego.

Intérprete--. Pero, ¿no puedes aún, en el tiempo presente. volverte a Dios y arrepentirte?

Enjaulado--. No, Dios me ha negado el arrepentimiento en su Palabra no encuentro ya estímulo alguno para creer por tanto, quién me ha encerrado en esta jaula es el propio Dios, y todos los hombres del mundo, juntos, no podrían sacarme de ella. ¡Oh, eternidad, eternidad! ¿Cómo podré yo luchar con la miseria que me espera en la eternidad?

Intérprete--. Cristiano, nunca eches en olvido la desgracia y miseria que has visto en este hombre que te sirva siempre de escarmiento y de aviso.

Bunyan John, El Progreso del Peregrino. Editorial CLIE, p. 51-52

12 marzo, 2010

Hebreos 4

1 Temamos, pues, no sea que permaneciendo aún la promesa de entrar en su reposo, alguno de vosotros parezca no haberlo alcanzado.

2 Porque también a nosotros se nos ha anunciado la buena nueva como a ellos; pero no les aprovechó el oír la palabra, por no ir acompañada de fe en los que la oyeron.

3 Pero los que hemos creído entramos en el reposo, de la manera que dijo:
Por tanto, juré en mi ira,
No entrarán en mi reposo;(A) m aunque las obras suyas estaban acabadas desde la fundación del mundo.

4 Porque en cierto lugar dijo así del séptimo día: Y reposó Dios de todas sus obras en el séptimo día.(B)

5 Y otra vez aquí: No entrarán en mi reposo.(C)

6 Por lo tanto, puesto que falta que algunos entren en él, y aquellos a quienes primero se les anunció la buena nueva no entraron por causa de desobediencia,

7 otra vez determina un día: Hoy, diciendo después de tanto tiempo, por medio de David, como se dijo:
Si oyereis hoy su voz,
No endurezcáis vuestros corazones.(D) m

8 Porque si Josué les hubiera dado el reposo,(E) no hablaría después de otro día.

9 Por tanto, queda un reposo para el pueblo de Dios.

10 Porque el que ha entrado en su reposo, también ha reposado de sus obras, como Dios de las suyas.(F)

11 Procuremos, pues, entrar en aquel reposo, para que ninguno caiga en semejante ejemplo de desobediencia.

12 Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.

13 Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta.

10 febrero, 2010

Más que un sentimiento: Las emociones y la devoción Cristiana.

[...] Machen, por otra parte, cree que la experiencia cristiana se derivan de la verdad transmitida por la doctrina, de modo que los aspectos subjetivos de la fe tienen su origen en el objetivo. Machen, argumentó, "si la religión consiste simplemente en sentir la presencia de Dios, carece de calidad moral alguna." [1] Él agregó que si la experiencia cristiana es la base de la verdad en la iglesia ", ¿cómo los resultados de la conciencia cristiana se establecerán? Una opción era poner todas las cuestiones de la iglesia a una mayoría de votos. Pero debido a que la experiencia individual de los cristianos es "infinitamente diversa" en la iglesia nunca podría haber unanimidad en cualquier punto de la fe y la práctica. [2] En resumen, los liberales tenían una relación no saludable con la emoción humana por encima y contra las verdades cristianas.Machen vió que esto no sólo destruyó la verdad cristiana, sino también la unidad cristiana y la comunión. [Continúa leyendo...]

Tomado de Verdad y Palabra

Biografía de John Gresham Machen

01 enero, 2010

El poder del evangelio

Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación. (Romanos 1:16)
Las personas quieren cambiar. Toda publicidad se basa en la presuposición de que las personas quieren que las cosas sean diferentes de la manera en la que son. Quieren verse mejor, sentirse mejor y vivir mejor. Quieren cambiar su vida pero, salvo desde un punto de vista externo, no pueden hacerlo.

Solo el evangelio de Jesucristo tiene el poder de transformar a las personas y librarlas del pecado, de Satanás, del juicio, de la muerte y del infierno. Hechos 4:12 dice: “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos”. Y ese nombre es Jesucristo.

Así que la Palabra de Dios, que es toda acerca de Jesucristo, puede hacer por nosotros lo que no podemos hacer por nosotros mismos. Somos pecadores y no podemos remediar nuestra condición, pero de Dios viene el poder increíble e ilimitado que puede transformar nuestra vida.
Tomado de Gracia a Vosotros